¿Quién esconde ese As en la manga, que traiga
una buena partida, de esas en las que lo apuestas todo y ganas mucho más? ¿Quién
será capaz de sacar un conejo de la chistera consiguiendo que todo el público
mire con cara de sorpresa y acabe con una gran ovación? ¿Quién…? ¿Quién…? ¿Quién…?
Y puedo
seguir haciendo mil preguntas metafóricas, que esconden anhelos, sueños y
necesidades que hoy siento propias y no cubiertas, y todas ellas compartirán un
mismo comienzo de oración “¿Quién…?” serán
muchas, y quizás la gran mayoría sin un rostro concreto, simplemente sueños, personas
ideadas o personas reales que probablemente nunca sean la respuesta a mi
pregunta (salvo, en mis sueños).
Y es que,
hoy he vuelto a tener una clase teórica sobre todas estas dudas que me invaden,
una en la que me vuelven a recordar que la suerte se esconde ahí donde menos te
lo esperas, y que a veces no es si quiera una persona, es una oportunidad, es
una frase, un libro… eso que trae un cambio, que me devuelve un poco de esencia
personal a veces perdida. Que la magia se esconde en una sonrisa, en unos ojos
que miran admirados la belleza de lo cotidiano, que ven allí donde los demás solo
miran de reojo, que magia es eso que llevo dentro y que me hace especial y me
hace ser yo (con locuras incluidas). Que la felicidad, como me dijo un buen
amigo hace poco, se refleja en mis ojos y nace del corazón, y que todo aquel
que me mira, si es que consigue entablar contacto visual directo y “profundo” con
mi mirada esquiva, es capaz de ver la
felicidad que desprendo, y si no consigue ese contacto visual, puede
comprobarlo a través de mi forma de hacer las cosas, de tratar a los pequeños o
de luchar por aquello que creo injusto.
Y claro, la teoría
me la sé. Muchas veces hasta se me olvida, pero siempre hay un ángel de la
guarda escondido que aparece para recordármelo. Bueno, me la se a medias porque siempre hay
algo nuevo que sorprende, como lo de este buen amigo y la felicidad. Pero pocas
son las veces que me lo consigo creer, y ahí es donde nacen mis preguntas sin
respuesta, porque muchas veces me empeño en buscar salvadores, personas que
hagan un truco de magia y me alegren del día, buscar motivos, formas… y se me
olvida que para que otros puedan darme y me llegue en su totalidad tengo que saberme
capaz y merecedora de ello, y mucho más importante, saberme portadora de todo
eso para compartirlo con los demás. Ahí nace la importancia de la CONFIANZA,
tanto en mi misma (que es la tarea a trabajar principalmente) como con las
personas que comparten conmigo mi vida.
Y con esta reflexión
sin mucho sentido, me respondo a mis “¿Quién…?”
con los que empezaba, quizás sea yo y necesite descubrirme, quizás sean
otros a los que tengo que dar la oportunidad de que me sorprendan o me ayuden
teniendo en cuenta que me tengo que dejar, y eso implica dejar de controlar
todo, o quizás aún no están en mi vida, y están esperando el momento clave para
hacerlo. Y algo que tengo claro, aunque a veces me cueste reconocerlo o me
entren dudas o algún miedito, es que hay alguien que siempre responderá a esa
pregunta, que siempre estará ahí para recordarme todo esto, que siempre me
demostrara que dejarse hacer por y para Él es lo que me va a dar la felicidad y
una vida en plenitud, y que permanecer en Él y en su amor, me llevara a dar
frutos de amor y fruto verdadero. Si, del que hablo es de mi gran amigo Jesús.
¡Buenas
noches!
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