martes, 12 de enero de 2016

Todo cambia. De todo se aprende.

¡Cómo cambia la vida y cuanto aprendo cada día que vivo en ella!

Con este pensamiento acabo el día, un pensamiento de agradecimiento hacia la vida, hacia lo que me acontece cada día, lo que aprendo, lo que siento, lo que vivo, lo que me construye y lo que a veces hace que todo se tambalee.

¡Cómo ha cambiado todo! ¡Cómo he cambiado!

Si alguien me dijera que iba a salir de todo lo pasado tan fuerte, tan valiente y con tantas ganas de hacer tantas cosas, quizás no me lo creería, pero gracias al trabajo personal, a mi familia y a tantos amigos que me han acompañado en los momentos no tan buenos he llegado al día de hoy.

Hoy no es todo bueno, pero tampoco hace que lo sea. Cada dia presenta sus obstáculos, sus retos, situaciones que hacen florecer mis miedos, que me recuerdan que soy limitada y que a veces pedir ayuda viene bien. Pero también son estas situaciones las que me ayudan a conocerme mas, a saber con quién puedo contar y con quien no, quien es apoyo y amigo y quien es colega. Son estos momentos donde mi lado positivo y mi optimismo, trabajado durante todo este tiempo queda reflejado y donde me reconozco llena de vida y fuerza para luchar por lo que yo considero que de verdad importa.

He aprendido que quien te quiere, te hace llorar, llorar de la risa,  también te hace sufrir,  sufrir unos dolores terribles en la cara y en el abdomen de no poder parar de reír, te hace aprender, de ti, de cómo te relacionas con otros, de lo que te gusta, de lo que es algo intocable y de lo que se puede negociar. Quien te quiere no tiene por qué estar 24 horas a tu lado, o hablando contigo, porque quien te quiere de verdad lo demuestra en un instante, te cuida siempre aunque no lo percibas y está a tu lado, nunca se va.

Sé que he cambiado. Y ya no me asusta reconocerlo. He cambiado y soy feliz. El momento de crisis dio lugar a un Kairos (momento de oportunidad), y agarre bien fuerte y lo aproveché y aprovechó.

He comprendido que no necesito que mi felicidad dependa de nadie, que soy yo la responsable directa, y que todo mi entorno tiene también un papel importante en eso, pero en la medida que yo quiera que cada persona participe y en la medida, claramente, que la persona quiera participar. He comprendido que decir No, cuando quiero y siento que tengo que decirlo no es malo, todo lo contrario es lo que tengo que hacer. También he sentido lo que es valorar una sonrisa de alguien desconocido como un gran regalo de un día y lo inmensamente rico que te hace sentir. Que la mejor melodía es una risa, el mejor saludo es un abrazo y que una mirada sincera dice muchas veces más que unas cuantas palabras.

Que no tengo por qué dejar de ser yo misma, con mi chándal o mis vestidos, con las deportivas o los taconazos de vértigo, súper pintada o con la cara lavada, tengo y quiero darme la libertad de ser como soy en cada momento, una montaña rusa, alguien natural como la vida misma, y que si alguien algún día se fija en mi, será en Carolina en chándal después de entrenar, en Carol en vaqueros y sudadera ancha en clase o en Carol con vestido y tacones a punto de irse de cena o de salir de fiesta, porque lo importante no reside ahí, lo importante reside en lo que soy. Y creó, humildemente y aun sin creerlo 100% que soy alguien que merece la pena conocer, porque sorprendo. Y no hablo solo de pareja eh, hablo de amistades, de colegas, de conocidos, de compañeros… hay que saber enamorarse de uno mismo, de la familia, de los amigos y amigas, de los lugares, de momentos y tener siempre cerca a esas personas capaces de convertir un instante en un gran momento.