martes, 3 de mayo de 2016

Cada historia tiene su lección. Vive y aprende.

A veces la vida nos hace tomar decisiones difíciles, nos pone en lugares donde nunca nos hubiéramos imaginado y nos obliga a enfrentarnos a esos “yo nunca…” que siempre hemos arrastrado.
Y como todo en esta vida, puedes hacer dos cosas: o enfrentas ese miedo, te agarras a ese “porque no”, y lo intentas, con todas sus consecuencias, sabiendo que si sale bien puedes ser muy feliz o te paralizas, lo apartas, lo das de lado, te dejas vencer por los miedos y añades un “qué hubiera pasado si…” a esa colección interminable de ellos.

Yo no soy más que una chica con 21 años y una poca vida en la espalda, pero te diré que en este tiempo he aprendido que es mejor arrepentirse de lo que uno hace que de lo que uno deja de hacer por miedo a que le rompan el corazón o a que la cosa no salga bien.

Y sí, claro que suena a topicazo, pero es verdad. Y muchas veces nos planteamos cosas sencillas y puede que muy beneficiosas por ese miedo. Nos han enseñado a que es mejor acercarse a las personas pero no implicarse, que es mejor pasar por encima a dejarse ver por dentro. Que decir “te quiero” es algo muy chungo y que enamorarse parece que son cosas que solo pasan en las películas.

Pero te diré algo, creo que la vida está en eso, en los sentimientos, en el enamorarse día a día, en el dar un poquito de ti, ¿y quién sabe? Quizás recibas algo que sume y saque algo mejor de ahí.
¿Qué te van a hacer daño? Casi seguro que sí. Pero ¿y lo bonito que es un corazón con cicatrices?
Aquí pueden saltar las alarmas, lo bonito en esta sociedad es lo que es perfecto, la chica perfecta, con las curvas perfectas, con un pelo perfecto, la cara perfecta, la vida perfecta o el chico perfecto, con su cuerpo perfecto, la ropa perfecta, la vida perfecta. Pues no, lo bonito está en ser las imperfecciones que cada uno tenemos, en mostrarnos humanos, porque al fin y al cabo es lo que somos.

Es verdad que tenemos nuestras virtudes, y algunas personas, tienen muchas y muy valiosas, pero incluso esas personas tienen sus defectos, y algunos serán pequeñitos pero otros serán grandes y los tendrán más o menos escondidos, pero eso no les resta belleza. Lo bonito esta en ver a esa persona con sus defectos y sus virtudes y que te diga “esta soy yo, con todo esto bueno y también esto malo, y quiero quererte a ti con todo lo bueno pero también con todo lo malo, porque ahí, ahí se esconde tu verdadera esencia”.

Y volviendo al tema del daño, te harán daño, te romperán el corazón y quizás te roben algún pedazo. Pero en ti estará el poder de volver a reconstruirlo, de ponerle alguna tirita y si es necesario algún punto americano. Y cuando creas que se ha vuelto a construir, cuando te sientas preparada o preparado, y cuando las personas que te han acompañado (que seguro que hay más de una, y te harán mucho bien) te animen (o no) a dar otro paso, vuelve a intentarlo.

La vida no es muy larga, y el tiempo pasa rápido, así que vive humanamente, disfrutando de cada momento, con cada persona que decida pasar por tu vida y que tú la invites a entrar, y hazlo con sencillez, desde lo mejor de ti, con miedo y dudas, pero con la capacidad de dejarte sorprender, aprender y construir.

Porque una herida deja una cicatriz que cuenta una historia que te ha traído hasta hoy.
Un muro caído puede dejarte ver el tesoro que esconde detrás, regalarte una nueva oportunidad.
Una noche de llanto acabará cuando salga el sol, y tus ojos estarán limpios para ver un nuevo amanecer, un nuevo día.
Toda cara tiene su cruz, y toda cruz su cara. La vida es como una moneda.
Todo tiene una lección guardada para nosotros, no te quedes en lo feo, o en el miedo o lo mano. No cojas el palo de remover mierda y te pases los días removiéndola.

Levantate, cambia de posición, busca una nueva perspectiva, ¿y quién sabe si no es ahí, en ese nuevo lugar, donde encuentres la verdadera belleza?