¿Quién esconde ese As en la manga, que traiga
una buena partida, de esas en las que lo apuestas todo y ganas mucho más? ¿Quién
será capaz de sacar un conejo de la chistera consiguiendo que todo el público
mire con cara de sorpresa y acabe con una gran ovación? ¿Quién…? ¿Quién…? ¿Quién…?
Y puedo
seguir haciendo mil preguntas metafóricas, que esconden anhelos, sueños y
necesidades que hoy siento propias y no cubiertas, y todas ellas compartirán un
mismo comienzo de oración “¿Quién…?” serán
muchas, y quizás la gran mayoría sin un rostro concreto, simplemente sueños, personas
ideadas o personas reales que probablemente nunca sean la respuesta a mi
pregunta (salvo, en mis sueños).

Y claro, la teoría
me la sé. Muchas veces hasta se me olvida, pero siempre hay un ángel de la
guarda escondido que aparece para recordármelo. Bueno, me la se a medias porque siempre hay
algo nuevo que sorprende, como lo de este buen amigo y la felicidad. Pero pocas
son las veces que me lo consigo creer, y ahí es donde nacen mis preguntas sin
respuesta, porque muchas veces me empeño en buscar salvadores, personas que
hagan un truco de magia y me alegren del día, buscar motivos, formas… y se me
olvida que para que otros puedan darme y me llegue en su totalidad tengo que saberme
capaz y merecedora de ello, y mucho más importante, saberme portadora de todo
eso para compartirlo con los demás. Ahí nace la importancia de la CONFIANZA,
tanto en mi misma (que es la tarea a trabajar principalmente) como con las
personas que comparten conmigo mi vida.
Y con esta reflexión
sin mucho sentido, me respondo a mis “¿Quién…?”
con los que empezaba, quizás sea yo y necesite descubrirme, quizás sean
otros a los que tengo que dar la oportunidad de que me sorprendan o me ayuden
teniendo en cuenta que me tengo que dejar, y eso implica dejar de controlar
todo, o quizás aún no están en mi vida, y están esperando el momento clave para
hacerlo. Y algo que tengo claro, aunque a veces me cueste reconocerlo o me
entren dudas o algún miedito, es que hay alguien que siempre responderá a esa
pregunta, que siempre estará ahí para recordarme todo esto, que siempre me
demostrara que dejarse hacer por y para Él es lo que me va a dar la felicidad y
una vida en plenitud, y que permanecer en Él y en su amor, me llevara a dar
frutos de amor y fruto verdadero. Si, del que hablo es de mi gran amigo Jesús.
¡Buenas
noches!