sábado, 8 de diciembre de 2012
Tanto tiempo juntos. Me enseñaste a querer.
Tanto tiempo juntos, tantas historias vividas, cada dia era una aventura nueva, era especial, distinto y unico y asi te veía a ti también Te comparaba con el resto y solo veia esos ojos que me hablaban cuando las palabras ya no tenian nada que decir, miraba esa sonrisa que me empujaba a ser feliz y a continuar pese a todo, esas orejitas que mordia de vez en cuando por error que me escuchaban como nadie lo ha hecho nunca, esa nariz que daba unos besos de gnomo como ninguna nariz los daba, esas manos que daban los mejores abrazos, que regalaban las caricias mas increibles y que de vez en cuando hacian demasiadas cosquillas, esos pies grandes que pisaba cuando intentabamos bailar cual pelicula de amor y ese cuerpo por el que me perdia en esas noches frias y que me protegia cuando algo me daba miedo o las cosas se torcian. Cuando pienso en todo lo que pudo ser pero no fue, me entra la tristeza, se me hace un nudo en la garganta, pero al final de todo me doy cuenta de que lo que debo hacer es sonreir. Quizas no fuera para siempre, pero si fue durante un bonito tiempo. Me enseñaste muchas cosas, me enseñaste que amar es confiar y que a veces el querer puede doler, pero que si realmente quieres, lo dejas todo, lo das todo y vas a por todas. Y sobre todo me enseñaste que es el amor. Y se que nuestro amor no era perfecto, pero era nuestro. No era de película, seguramente era mucho mejor. Y si, era un amor increíble y demasiado especial, pero porque era nuestro amor. Solo nuestro. Tuyo y mio. Nuestro amor.
jueves, 6 de diciembre de 2012
Luego, retiro la mano de mi mejilla.
¿Yo le había dado mucho? Increíble.
Entonces me acaricio suavemente la mejilla con la mano.
Estuve a punto de caer en coma de pura sensación de bienestar.
Luego retiro la mano de mi mejilla.
Sentí mucho frió, y se fue por la pasarela hacia la orilla.
Quise gritarle "¡ Quédate!", pero no conseguí articular ningún sonido. Tenia el corazón demasiado oprimido viendo como salia de mi vida por el paseo del lago.
Evidentemente había sido absurdo abrigar la esperanza de que podía pasar con el otra noche como aquella. O miles. Pero saber una cosa no te protege del dolor.
Entonces me acaricio suavemente la mejilla con la mano.
Estuve a punto de caer en coma de pura sensación de bienestar.
Luego retiro la mano de mi mejilla.

Quise gritarle "¡ Quédate!", pero no conseguí articular ningún sonido. Tenia el corazón demasiado oprimido viendo como salia de mi vida por el paseo del lago.
Evidentemente había sido absurdo abrigar la esperanza de que podía pasar con el otra noche como aquella. O miles. Pero saber una cosa no te protege del dolor.
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